En la Corporación Zephyr nadie ha visto nunca al Consejero Delegado en persona, aunque está presente a diario en las comunicaciones internas de la empresa. La recepcionista, especialmente guapa, cobra el doble que cualquier otra persona, si bien no parece que tenga ninguna tarea asignada. Los agentes comerciales utilizan libros de autoayuda como manuales de ventas y cualquier empleado de la firma puede montar un pollo sólo porque ha desaparecido el donuts que le correspondía y al que la empresa invita de vez en cuando. ¿Se trata de una empresa normal? En realidad sí, aunque se dedique a algo muy poco habitual y que el lector sólo descubrirá muy al final de la novela.
“Divertidísima... Barry pone de manifiesto sus credenciales como escritor satírico y saboteador... La Corporación es el mejor libro de Barry”. The New York Times
“Barry realizó una hazaña imposible, escribir tres libros sin sucumbir a una depresión. Perspicaz y diabólica... Si usted ahora está leyendo un libro de gestión, cualquier libro de gestión, déjelo y coja éste en su lugar”. Forbes
