«Eran bellos, bellísimos, radiantes, casi irreales de puro espléndidos. Les gustaba la cerveza, el vino, el alcohol, el humo que alucina, la carretera y el sudor, la fatiga vencida, los horizontes lejanos, el agua, la tierra, el fuego, las especias y la vida, y sobre todo la música y la danza... Eran altos, altísimos, gigantes musculosos y viriles. Y homosexuales.» Así son los dos camioneros que darán un vuelco a la vida –y la sexualidad– de Vicky, una joven delgaducha, mal casada y mejor divorciada, todavía un poco insegura pero sin demasiados complejos, que por accidente acaba viéndose obligada a hacer autoestop en su viaje de regreso a casa. La protagonista relata en primera persona la historia de una mujer que se creía incapaz de excitarse por nadie y que llegó a excitarse muchísimo por dos muchachos a los que ella no excitaba. Y además se atreve a cruzar límites, a vivir nuevas experiencias, a contemplar dos cuerpos masculinos que se devoran mutuamente y a devorar esos cuerpos... Adicta al placer que sólo esos dos hombres han sabido procurarle, Vicky se monta en ese camión de ternura y mucho sexo para embarcarse en un viaje de autodescubrimiento y liberación.